
Desarrollo Del Conocimiento De Enfermeria
miércoles, 5 de septiembre de 2012

Historia De La Enfermeria...Etapa Preprofesional
La historia de la enfermería, hoy, puede dar razones de su evolución, la cual se ha hecho irreversible, en orden a convertirse en una profesión sin perder la originalidad de su esencia: EL CUIDADO.
De todos es sabido que la enfermería, como actividad, de acuerdo con los
historiadores, ha existido desde el inicio de la humanidad, pues la especie humana siempre ha tenido personas incapaces de valerse por sí mismas y siempre se ha visto
en la necesidad de cuidar de ellos, por lo cual, es tan antigua como la humanidad.
La historia de la enfermería está hoy en condiciones
de arrojar luz sobre estos aspectos en dos momentos:
1) Etapa preprofesional que abarca desde las culturas antiguas hasta finales del siglo XIX,
2) Etapa profesional en la que, arrancando en el siglo XIX, se inicia a principios del siglo XX con la aparición de programas formativos que propician el gran desarrollo de un cuerpo propio de conocimientos teóricos.
- ETAPA PREPROFESIONAL:

del que no hay testimonios escritos y carecemos de suficientes datos, llegamos a otra etapa en la que aparece una documentación que está permitiendo un más amplio estudio de la atención sanitaria y con ello de la enfermería.
Por eso el estudio de esta etapa comprende necesariamente:
A) La tradición oral:
Reconociendo que la Enfermería existe desde siempre, no resulta tan sencillo demostrar estos extremos documentalmente. La fase pretécnica de la asistencia sanitaria es una amalgama de saberes y quehaceres sanadores de los que surge tanto la medicina como la enfermería, y que ésta debe de investigar como lo ha hecho aquella. La historia de la atención sanitaria en sus orígenes se ha escrito desde la tradición clásica que gusta de ilustrar los grandes acontecimientos, los grandes personajes: la historia con mayúsculas, basada en fuentes aristocráticas, cultas, de gran altura intelectual, lo que explica el silencio y ese eludir tocar «aspectos de la vida de sus contemporáneos que repugnaba a la sensibilidad y al intelecto» (Gil, 1969). Este olvido de la pequeña historia, la del día a día, la de los pequeños acontecimientos que van configurando la cultura, esta pequeña historia, es la de los cuidados y en consecuencia la de la enfermería, que frente a los grandes personajes (Hipócrates, Galeno, Paracelso...) ha sido eclipsada.
Si bien es cierto que el hablar de cuidados en ésta etapa es complejo, no podemos ignorar, pero tampoco
equiparar, el cuidado que ejerce la mujer en el ámbito doméstico (guiado del instinto, del cariño y de la tradición sanadora procedente de la magia y de la religión) y que onstituye el cuidado de supervivencia, siendo la primera aproximación al quehacer enfermero. Más próximo y sí con fines cuidadores y sanadores, está todo ese mundo que se cierne entre magia, religión, que seguirá perviviendo en la Edad Media e incluso hasta el desarrollo científico de la medicina.
Dentro del Imperio Romano, que ha logrado traer a sí las grandes figuras de la Medicina Helénica surge de
forma independiente otra cultura sanitaria teniendo como origen la religión cristiana. Este hecho no sólo ha merecido la atención desde el punto de vista religioso, sino también social y médico (Laín Entralgo, 1976). Desde este aspecto es el Prof. Laín Entralgo quien al estudiar la repercusión que tuvo la doctrina cristiana en la medicina de esos siglos, nos da también las claves para el estudio de la enfermería. La plasmación de estas fundamentales novedades que introduce el Cristianismo en relación al mundo de los enfermos tuvo al menos las siguientes consecuencias:
• La consideración del sentimiento de ayuda al enfermo como un deber religioso y por tanto la creación de
instituciones dedicadas a este fin.
• La condición igualitaria del tratamiento: No hay diferencia entre griegos, bárbaros, hombres libres y esclavos, pobres y ricos. Todos son atendidos sin que exista discriminación, como ocurría en el mundo pagano.
• La incorporación metódica del consuelo. En cierto sentido «técnico» una especie de psicoterapia en la acción del médico y del cuidador.
• La asistencia gratuita. Sólo por caridad al enfermo
.
• La valoración moral y terapéutica de la convivencia del dolor. El dolor y sufrimiento eran sobrellevados pacientemente.
El amor al semejante centra la atención de toda una sociedad y tiene unas repercusiones importantes para la
Enfermería. Los grupos de personas dedicadas al cuidado lo atestiguan: La Comunidad Cristiana, las vírgenes, las Viudas, las Matronas Romanas... grupos determinados que dedican su vida a la atención a los enfermos y necesitados, primero en sus domicilios y después en los Hospitales (Donahue, 1989). Jacob Burckhardt estudiando esta etapa nos habla de que ya en Constantinopla y Alejandría existía un grupo numeroso, «de más de mil y quinientos» respectivamente, de servidores, el de los llamados Parabolanos o fossores, enfermeros y enterradores (Burckhardt, 1945), y Dodd que estudia los problemas sociales y económicos de esta época nos confirma estos datos (Dodd, 1975). Sobre lo que hacían o en que
consistía su trabajo no hemos encontrado datos, pero sí hay constancia de la ayuda que prestaban a los enfermos tanto en sus domicilios como en las instituciones que a partir del Emperador Constantino y Juliano el Apostata se fueron creando.
B) Una tradición escrita:
Desaparecido el Imperio Romano, con la invasión de los pueblos germanos y escandinavos, la vida social se
hace insegura. En este tiempo la cultura se repliega y se centra y conserva en los monasterios. Estos se convierten en centros no sólo religiosos, sino culturales y de poder, pues los monjes son tenidos por los Emperadores y Reyes como consultores y como médicos (Hernández Martin, 1996). Es en los primeros monasterios, donde se empieza a regular la enfermería, que inicialmente se centra en el cuidado a los propios monjes; después se abre a la sociedad. Las reglas de los monjes establecen ya por escrito los principios de la enfermería y fundamentan la ayuda al enfermo desde el «a mi me lo hacéis», del evangelio (Mat, 25,46) de tal forma que se convierte en principio y máxima para el enfermero monástico.
Es en la segunda mitad de la Edad Media cuando la enfermería alcanza un relieve y reconocimiento social
más amplio. La Iglesia sale de los monasterios para cristianizar Europa a través de las Ordenes Mendincantes.
Una de ellas fundada por el español, Domingo de Guzmán se diversifica y da cabida no sólo a religiosos, sino que incorpora a laicos en la denominada Orden Tercera que, siguiendo los mismos principios doctrinales, se abren a las necesidades sociales, sobre todo a la atención a los enfermos en sus propios domicilios. La aparición de estos grupos representa ya una aproximación a lo profesional, pues el trabajo que realizan es reconocido y reclamado socialmente, de tal forma que dieron respuesta a las necesidades sociales sobre todo en momentos de enfermedad y en las grandes pestes.
El legado escrito de la enfermería iniciado en las Reglas Monásticas se amplia cuando éstas intentan fundamentar todo ese quehacer con los enfermos. Así, se recopila y aparece ya en 1269 en el libro de Humberto de Romans DE OFFICCIIS ORDINIS PRAEDICATORUM, transcrito posteriormente al latín en Roma (1889). El libro, en su capítulo 27, «acerca del oficio del enfermero» empieza por definir quién es y lo expresa así: «El enfermero es el que tiene el cuidado general de los enfermos y de la enfermería». Define al profesional y su campo de acción; dice, además de las cualidades que debe poseer, su competencia en cuanto al oficio, en cuanto al cuidado del enfermo y de la enfermería; acerca de los cuidados y conocimientos que debe tener sobre los remedios terapéuticos y de la relación y trato con los enfermos; establece una atención personalizada y una jerarquización del oficio enfermero, hablando de un enfermero que lleva la responsabilidad de la enfermería y otro al que se le asignan enfermos en concreto (Romans, 1889). Sorprende que en esta etapa se describa con tanta amplitud a esta figura como «experto»: No le limita a realizar algo rutinario, sino que está en juego la persona como ser individual.
Sin duda que son los reglamentos de hospitales una de la mejores fuentes históricas para conocer cual ha sido el trabajo realizado como «expertos en el cuidado» y en la organización de la atención sanitaria. Estos Reglamentos son la expresión de todo el quehacer de un oficio que en el ámbito hospitalario tiene una muy amplia función. Esta documentación, aunque sigue el mismo esquema, no por ello todos aportan la misma información, pues en el devenir de los hospitales nos encontramos que existen de todo tipo según el origen y vinculación o dependencia, número de camas, tipo de enfermos que atienden y esto marca en realidad la forma de funcionar.
Definen el puesto de trabajo, la función, el grado de dependencia e independencia del enfermero frente a la institución y al médico, la organización de la enfermería, las actividades y campos de actuación, la cultura, la responsabilidad y ética profesional. Todo en conjunto marca la relación con el paciente y la conducta profesional.
Los de mayor riqueza, en cuanto a contenido, proceden de las épocas en que la enfermería tiene campo de
actuación más amplio, mayor dependencia de los administradores y menor del médico; también una mayor autonomía en cuanto al cuidado y responsabilidad. Los Hospitales no son centros de curación sino de cuidados y predominan éstos en la atención. Es entre los siglos XIII al XVII cuando al médico le son requeridos sus servicios y éste tiene unas horas para visitar a los enfermos en el hospital, lugar donde la figura central y con presencia continua es el enfermero. Todo lo anterior nos permite afirmar que es el cuidado, en esta época, el núcleo sobre el que gravita la asistencia al enfermo. Un estudio de las
Ordenes Religiosas como los Hermanos de San Juan de Dios, los Religiosos Camilos, las Hijas de la Caridad (Comelles, 1992:35-41), los Hermanos Obregones y los Religiosos Belemitas desde su historia, sus reglas y los reglamentos de los hospitales nos confirmarían este paso hacia la profesionalización (I Congreso de Historia de la Enfermería, 1994). Estos reglamentos que versan acerca de la función de la enfermería, van definiendo sus actividades propias y especificando algunas acciones que el enfermero está autorizado a realizar en ausencia del médico; diferencian asimismo una jerarquía profesional con distintos tipos de trabajadores y diversas competencias laborales.
A partir de la segunda mitad del XVIII se medicaliza la asistencia; se inician los avances y los grandes descubrimientos de la medicina. Ahora es el médico el que toma la responsabilidad del hospital y se revisan todos los reglamentos, que se hacen más parcos, regulándose las profesiones sanitarias, con lo que la actividad de la enfermería queda supeditada plenamente a la medicina, como mero ayudante y sin cualificación alguna.
"Cultura de los cuidados-LA ENFERMERÍA EN LA HISTORIA.
UN ANÁLISIS DESDE LA PERSPECTIVA PROFESIONAL "
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